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Si lees estas líneas es que pasas de los cuarenta y has vivido lo tuyo. Has tenido ya unas cuantas alegrías y no pocas decepciones. Has cambiado de trabajo y pareja varias veces, quizá tengas hijos e hipoteca, o ambas cosas o a lo mejor ninguna. Quizá deudas y, seguramente, demasiados recuerdos.
Bienvenides a La edad estupenda, tan denostada que se reivindica a sí misma con toda la fuerza y la ironía que nos ofrecen cuatro décadas a nuestras espaldas. Sin pretensiones, sin lecciones vitales que traspasar a las nuevas generaciones. Sin manos.
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