Y es que Annie Proulx, con Atando cabos, ha ganado en 1994, entre otros premios, dos de los más prestigiosos en Estados Unidos: el Premio Pulitzer y el Premio Nacional. Bien es cierto que, con su primera novela, Postcards, había sido ya, el año anterior, la primera mujer en recibir el codiciado PEN/Faulkner Award...
Cuando Pearl Bear muere, en compañía de su amante, en un accidente de coche, deja desnortados y abrumados a sus dos hijas y a, su marido, un pobre tipo, periodista de tercera, sin futuro ni esperanza. De modo que Quoyle, haciendo de tripas corazón, deja Nueva York y parte hacia el remoto lugar de sus antepasados, una pequeña ciudad portuaria en la desolada y brumosa costa de Terranova. Allí, rodeado de personajes tan peculiares como su arisco entorno, Quoyle se coloca en el periódico local, The Gammy Bird, especializado en historias de abusos sexuales, para dar cuenta del movimiento portuario y de los accidentes de tráfico, inventados o no. Se compra una barca, empieza a cortejar a una silenciosa viuda y, mientras el duro invierno le recluye bajo el hielo, se inicia en el arte de hacer nudos marineros, mientras va lentamente desatando aquellos otros que atormentan su alma y atando los cabos de su vida.
Difícilmente el inolvidable humor negro de E. Annie Proulx habrá encontrado expresión más poética.
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