Las mejores plumas de nuestra literatura se enfundaron en alguna ocasión los guantes de cuero rojo para acercarse al mundo de narices rotas, toallas a punto de caer, orgullos fracturados, amaños a deshora, y besos a la única que se deja querer: la lona. Los hemos reunido para así trazar un recorrido necesario por el subgénero más sudoroso, el de la literatura de boxeo.
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