Un buen día, alguien aparece en el horizonte y en la mesa de Kate con una bolsa llena de barritas de chocolate: es Pioter Cherbakov, el hombre que asiste a su padre en el laboratorio, un lugar inhóspito donde los dos trabajan a destajo para llevar adelante un experimento muy importante. Pioter viene de lejos, su permiso de residencia está a punto de caducar y lo echarán del país a menos que el joven y brillante investigador no tenga motivos familiares para quedarse, y el doctor Battista ha encontrado una solución ingeniosa...
Kate se indigna, protesta, pero habrá que leer hasta la última página de esta brillante versión de La fierecilla domada de William Shakespeare para saber cómo Anne Tyler ha seguido los hilos de una historia clásica y finalmente la ha hecho muy suya y muy hermosa.
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