El día que Saída llegó, papá me explicó que, seguramente, mi amiga no había perdido todas sus palabras, sino que a lo mejor no las había querido sacar porque eran distintas a las de aquí.
En Marruecos dijo a ti tampoco te servirían las tuyas.
Así me enteré de que en el país de Saída se hablaba un idioma diferente al nuestro: el árabe.
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