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Título:
DOCE GERANIOS EN UN BALCÓN
Autor:
ANTONIO TRINIDAD MUÑOZ
Editorial:
EDITORA REGIONAL DE EXTREMADURA
EAN:
9788498526912
Colección:
VINCAPERVINCA
Tema/s:
No disponible, contactar
Sinopsis
Aquel domingo bajé en el metro Horta, compré el periódico, me di de bruces con la fotografía de su madre y ya anduve confundido y destemplado todo el día. No me extrañó su recuerdo sino la virulencia con que se hizo presente. Nos dicen, es vano recordar, el tiempo lo borra todo, pero es mentira. Nos consolamos en la esperanza del olvido, pero el olvido es un bebedizo de esperanza. Una piedra en las manos de Sísifo. Quien ha tocado una vez el deseo nunca lo olvida. Quien ha tenido delante los ojos de la traición, tampoco.
Me apeé en Horta, pero antes dudé, me pasa siempre, ¿en Horta o en Saint-Gilles?, me digo, ¿en los marroquíes o en el portugués? La duda es si compro el periódico en un sitio que me cae de paso y que me resulta, digamos, agradable, un pequeño comercio regentado por varios hermanos marroquíes donde se vende de todo y también prensa internacional; o el compromiso de hacerlo en la papelería de un portugués grande y malhumorado que, intuyo, está pasando por dificultades económicas. Más que una vacilación de ánimo es un momento de indeterminación, más compasión que compromiso, porque yo nunca le he dado mi palabra al portugués de comprarle el periódico.
Tampoco creo que por el hecho de que alguien adquiera en una papelería un diario una vez por semana va a salvar a nadie de la ruina. Anoto este detalle, no porque tenga importancia en sí mismo, sino porque puede que sea uno de esos pormenores a los que la psicóloga me ha pedido que les preste especial atención. Ella los llama puntos de tensión psíquica, pero, en realidad, son falsas obligaciones.
Es posible vivir a la vez entre dos mundos, incluso cuando se trata de lugares tan alejados como Bruselas y Cáceres.
En la Escuela Europea de la capital belga ha trabajado Antonio varios años, pero su salida y el desempleo lo
llevan a una crisis que trata de superar con la escritura, un ejercicio que lo traslada constantemente a la ciudad
extremeña donde vivió los años más intensos de una biografía que adquirió forma gracias a la literatura y a
abundantes lecturas que vuelven una y otra vez.
Me apeé en Horta, pero antes dudé, me pasa siempre, ¿en Horta o en Saint-Gilles?, me digo, ¿en los marroquíes o en el portugués? La duda es si compro el periódico en un sitio que me cae de paso y que me resulta, digamos, agradable, un pequeño comercio regentado por varios hermanos marroquíes donde se vende de todo y también prensa internacional; o el compromiso de hacerlo en la papelería de un portugués grande y malhumorado que, intuyo, está pasando por dificultades económicas. Más que una vacilación de ánimo es un momento de indeterminación, más compasión que compromiso, porque yo nunca le he dado mi palabra al portugués de comprarle el periódico.
Tampoco creo que por el hecho de que alguien adquiera en una papelería un diario una vez por semana va a salvar a nadie de la ruina. Anoto este detalle, no porque tenga importancia en sí mismo, sino porque puede que sea uno de esos pormenores a los que la psicóloga me ha pedido que les preste especial atención. Ella los llama puntos de tensión psíquica, pero, en realidad, son falsas obligaciones.
Es posible vivir a la vez entre dos mundos, incluso cuando se trata de lugares tan alejados como Bruselas y Cáceres.
En la Escuela Europea de la capital belga ha trabajado Antonio varios años, pero su salida y el desempleo lo
llevan a una crisis que trata de superar con la escritura, un ejercicio que lo traslada constantemente a la ciudad
extremeña donde vivió los años más intensos de una biografía que adquirió forma gracias a la literatura y a
abundantes lecturas que vuelven una y otra vez.
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