En el personaje de Sebastian, alias Hombre de mazapán, Donleavy ha sabido crear un tipo inolvidable.
Irresponsable, sucio, seductor, embaucador y pobre de solemnidad, este americanoirlandés extraviado en la vieja patria que se tambalea desde el pub a la casa de empeños, murmurando porposiciones libidinosas al oído de toda muchacha que se le pone a tiro, está empeñado en la búsqueda de la libertad, la riqueza y la fama que siente que le pertenecen. Y, aunque se burla del mundo y de sí mismo, es tan frágil como esos bizcochos con digura humana que se deshacen entre los dedos. La fama de esta novela es tal que ha dado nombre a alguos de los pubs más famosos del mundo.
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