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Cuando su padre desaparece, Rubén se muda a vivir con su abuela, a la que apenas conoce. Hasta entonces se ha criado con su madre, con su familia gitana; y es que Rubén tiene dos mitades, dos sangres.
Es en esos días interminables de calor, en Alhama de Murcia, un pueblo quemado por el sol y rodeado de inmigrantes que recogen las cosechas, donde el nieto descubre todo lo que nunca supo sobre su padre mientras deja atrás los últimos días que le quedan de niñez.
Solo entonces Rubén comprenderá hasta dónde está dispuesta a llegar una madre, una abuela, para cuidar de su familia.
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