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Personajes como aulladores y marimantas arrastran al inframundo a las débiles mentes de quien llegara a cruzarse con ellas en la madrugada. En la mitad del s. XVII Cáceres comienza a recuperarse de enfermedades tan graves como la peste, la sequía y el hambre, pero la población que sustenta la economía de la ciudad, como caleros, aguadoras, panaderas, carboneros y un sinfin de artesanos más, se muestra temerosa de algo más poderoso.
Satán está presente en las palabras de los sermones, en las eucaristías y en la cultura popular, sin embargo, muchas personas, arrastradas a la miseria, ven que lo que promete la Iglesia desde los altares no llega a saciar su necesidad de comida, salud o mejores cosechas y ven, en las brujas o "esposas del Satán", una esperanza a la que recurrir.
La superstición está presente tanto en clases bajas como en las casa delinaje y los exorcismos se convierten en la única solución ante la falta de conocimientos sobre enfermedades mentales y la no existencia de medicamentos, siendo al Iglesia la única esperanza para muchos.
Otros abrazarán la brujería como única vía de salvación.
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