Los tres relatos que componen este libro hablan de esta interrupción, la que vivimos hoy en día, donde se ha dilapidado el futuro de una generación y ha dado pie a un nuevo mundo donde las reglas del juego han cambiado, donde ya no vale la pena escrutar el pasado para conseguir respuestas o consuelo. Carlos, David y Sara juegan sus cartas y apuestan fuerte, tratan de ser felices, de vivir y seguir adelante.
Subraya el escritor Isaac Rosa en el prólogo que Nadar da cabida en El mundo a tus pies a "un malestar que no sabemos nombrar (pese a los brillantes diálogos de Nadar), y que a veces asoma en forma de tristeza, otras de asco, dolor, envidia. Hay resentimiento, mucho resentimiento: hay resentimiento de clase, aunque ya no hablemos de esa lucha de clases que no sólo continúa, sino que la vamos perdiendo por goleada. Hay incluso resentimiento intergeneracional hacia tus padres, que te prometieron un futuro que no era éste. Hay rabia, hay estallidos de furia y ganas de guillotina a la vez que resignación por no ser capaces de cambiar nada".
Pero reconoce el propio Rosa que en El mundo a tus pies, "obra tan lúcida como tierna, hay todo eso, pero también ráfagas de esperanza, un grupo de mujeres y hombres que buscan su lugar en el mundo y se resisten a aceptar que el futuro era esto. Que quieren algo más que redecorar sus vidas, que no se conforman con viajes baratos, ropa barata, muebles baratos y sueños baratos al alcance de sus sueldos baratos. Y que cualquier día, cuando descubran que el futuro era un engaño (otro más), empezarán a construir uno propio.
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