Protegido y adulado por el régimen, Filek gozó de la estima de sus más altas personalidades hasta que un simple análisis químico desveló el engaño y provocó su ingreso en prisión.
Filek había aparecido en Madrid en 1931. Aunque para entonces tenía ya un largo historial delictivo a sus espaldas, no pasaba de ser un pequeño estafador. Ignacio Martínez de Pisón sigue su rastro por archivos y hemerotecas de media docena de países hasta centrarse en su etapa española, en la que un golpe del destino convierte brevemente en un triunfador a este pícaro de la vieja escuela, un superviviente nato, un individuo con muchas dotes de persuasión pero muy pocos escrúpulos.
Desde el inicio de su carrera delictiva hasta su muerte en Hamburgo en 1952, Albert von Filek fue testigo, protagonista y a veces víctima de algunos de los episodios más convulsos de la historia de Europa del pasado siglo.
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