Los samoanos no conocían ¿ni tampoco necesitaban- el dinero («el metal redondo»), ni los grandes e dificios («canastas de piedra»), los cines («locales de pseudovida»), ni periódicos («los muchos papeles»). Tuiavii nunca entendió por qué « los Papalagi» (que significa «los hombres blancos») siempre tienen pri sa; o por qué nunca disfrutan de lo que hacen y se pasan el día pensan do en lo que harán después; o por qué, con todas las cosas que tienen, todavía quieren tener más.
Años después de su visita a Europa, Tui avii, jefe de Tiavea, escribió estos discursos para convencer a su pue blo de que no se dejara llevar por las falsas comodidades del mundo oc cidental. Un amigo alemán, Eric Scheurmann, recopiló los textos y los publicó en Occidente. Desde entonces han sido traducidos a muchos idio mas.
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