Hasta aquí la historia de un afortunado hallazgo editorial; vayamos ahora a la novela: Ranke, historiador de la cultura clásica y guía turístico, no tarda en quedar cautivado por el encanto de la bella Teodora, de viaje por Grecia con su marido, y su melancólica obsesión por El pequeño refugiado, una escultura de mármol que ha visto en el Museo Arqueológico de Atenas y que es el vivo retrato de su hijo, desaparecido misteriosamente a los cuatro años.
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