Miguel Ríos pisa fuerte en el arranque de este concierto literario, con una cita de Antonio Gamero: «No les cuentes tus penas a tus amigos, que los divierta su puta madre». Pero no hay que alarmarse: nos divierte, y mucho, porque evoca con extraordinaria frescura los tiempos en que bailar el twist era cosa de endemoniados y hacer el amor en Granada no era un pecado, sino un milagro; y los años asombrosos que siguieron, en los que todo cambió. El relato empieza en México, en 2011, en la noche sobrenatural del último concierto. Miguel vuelve la vista atrás y repasa una vida llena de éxitos y tropiezos, amores y desencantos. Quien lea estas maravillosas páginas se encontrará con mil celebridades y un sinfín de personas que no son famosas, pero sí decisivas para un músico comprometido, enamoradizo, torrencial y a la vez sereno. Como diría su amigo Ángel González, donde pone su voz se pone entero. Estas memorias son buena prueba de ello.
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