Ambos relatos se enmarcan en una de las vertientes más ricas de la literatura europea medieval: la hagiografía. A pesar de sus enormes diferencias, Osith y Fe encarnan un mismo modelo, el de la virgen mártir, el tipo principal de representación de la santidad femenina. Estos relatos ofrecen un espacio narrativo en el que el sujeto femenino, consciente del capital político, económico y simbólico de su virginidad, destaca como dueño de sus decisiones. Al exaltar la facultad de la mujer para disponer de su cuerpo y de su destino, estas sufrientes heroínas se configuraron así como un ejemplo muy atractivo para las audiencias femeninas a las que estaban destinadas prioritariamente las vidas de santas.
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